Astronomía en párrafos.
Metamorfosis de ser cuerpo a ser un universo atestado de galaxias infinitas que no hacen más que doler. Permanecen mudas, suspendidas ... perdiendo noción del tiempo y el espacio.
El grito que por sí solo llegaría escucharse en otro universo, se absorbe en el mismo dolor que guardan las propias galaxias.
No hay principio, no hay final y las lágrimas en vez de salir, se rinden y permanecen al sentimiento de un nuevo orden de caos interno.
Toda vena, toda galaxia, toda célula, toda constelación, se toma de la mano para dejarse ser, cada una se reconoce a sí misma como parte de un todo. Magnífica forma de demostrar que siempre estamos completos.
Células calientes se expanden erupcionando calor, rabia e impotencia generando expansión en cada arrebato y revuelco por pasar de un sentimiento a otro en zeptosegundos.
Las células van perdiendo el calor. Proporcionalmente aumenta la certeza y la intención de seguir expandiéndose en el espacio. Después de incomparable explosión estelar se atraen todos los elementos con paciencia y a la vez: ávidos por fusionarse.
Y se dan la mano.
Y los hoyos negros se dan la mano con las constelaciones, las hoyos blancos con las estrellas fugaces, el quésar más imponente abraza al planeta más puro …..y las galaxias escuchan y las galaxias entienden y las galaxias aprenden a llorar recuerdos con sonrisas, convierten el dolor en seguridad y la rabia en confianza.
La súbita transformación que pareció durar una eternidad se convierte en un instante.
Y el universo al fin respira.
Y el universo al fin recuerda que, aunque parecieran años luz, esta metamorfosis la ha vivido algunas veces antes.
Y exactamente en ese segundo inexistente en unidad de tiempo… al fin ríe, al fin goza y al fin agradece. Y se prepara. Y se levanta con más luz de la que tenía. Una colisión de semejante tamaño no tiene otro camino, no hay más opciones… brillar más que antes es inevitablemente la única opción.