No es lo mismo ver la vida sin lentes
Con lentes siempre existe un cambio sutil en el tono en el que percibes todo lo que ves.
Por más ligero que sea el cambio, siempre me ha costado acostumbrarme a ese tono que más que decir falso, simplemente no es real.
Cada vez que me dispongo a usarlos, duro menos de 5 minutos porque siento una necesidad de querer ver cómo realmente es.
Pocas veces que tengo ganas de husmear un poco lo qué pasa a mí al rededor, es mucho más cómodo hacerlo con lentes para que nadie vea hacia donde va mi mirada, como una especie de disfraz para no ser vista del todo.
Lo mismo cuando no tengo el mejor humor para platicar y esconder mi expresión detrás de un lente oscuro.
Sin duda alguna cuando platico con alguien.. quien sea, prefiero que no tenga sus lentes puestos, quiero ver sus expresiones y sus ojos hablándome.
La importancia que comunica la mirada, la importancia de la traducción de lo que vemos de los ojos a nuestro cerebro.
Uno de mis mantras en la mañana es: “vida permíteme ver todo lo que hoy suceda -tal como es-. Permíteme ver todo lo que hoy suceda libre de cualquier miedo, duda, inseguridad o programación tóxica de mi pasado” .
Puedo relacionar la incomodad que me provoca usar lentes; como si fuera incongruente y decidir deliberadamente usar mis lentes para apagar un poco lo que a mi alrededor sucede.
Independientemente de los instrumentos que elegimos para que apaguen un poco lo que vemos, hoy te invito a quitarnos los lentes antes de levantarnos.
A quitarnos los lentes del alma cuando hablemos con alguien, dejar el miedo de ver directamente a los ojos y de que nos vean de regreso. Tal vez solo así sumamos granitos de arena y recuperemos la conexión que la tecnología y la vida hacen que vayamos perdiendo sin darnos cuenta.